El lugar donde podés leer la Biblia dentro de un calefón

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miércoles, 18 de marzo de 2015

Andando


Publicado en el libro "Al otro lado del mundo" de Editorial Dunken



Un día excelente.

Mediados de Marzo - sol, calor - una brisa tibia que lo llenaba todo.

Venía caminando por la vereda, dejando a las sombras de los árboles cubrirme y alejarse al paso.
Despreocupado, vacío de pensamientos y acciones más que simplemente mover los pies; veía sin mirar el paisaje urbano a mi alrededor: una nena en bicicleta que me pasó por al lado en dirección opuesta, grupos de adolescentes pasaban riendo y burlándose entre sí, palomas en vuelo, autos circulando a muy baja velocidad .
Todo bajo el brillo de los últimos días de verano.

Seguía descontando metros cuando la nena en bicicleta volvió a mi vista desde mis espaldas.
Era de tez morena, menuda; a lo sumo un metro diez de alto y entre seis y siete años de edad. Andaba en una pequeña bicicleta rosa sin rueditas.
Cada vez que recorría un metro, giraba el cuello y miraba ansiosa hacia algún punto detrás mío; y, cada dos o tres miradas, hacia un círculo con la bicicleta y retrocedía volviendo casi al lugar inicial, miraba hacia atrás y seguía avanzando de la misma manera.

Al principio, tranquilo como venía, su conducta me pareció en algún punto divertida, juguetona, si bien no interactuaba conmigo de forma directa. Llegando al fin de la cuadra pareció doblar la esquina dentro de su danza de miradas y volteretas, y se perdió. Al llegar yo mismo a la esquina, la nena estaba quieta sobre su bici, clavando unos imposibles y enormes ojos negros en los míos.

Sorprendido, detuve la caminata a dos metros del cordón de la vereda y la miré. Su silencio era abrumador y el temple con el que sostenía mi mirada me imposibilitaron el poder mover un músculo por chico que fuera.

Sólo podía mirarla y entender, en algún lugar dentro de mí, que la conocía.

- Estoy feliz y triste de haberte encontrado. ¿Me podés ver? - Soltó de una vez y sentí mi cuerpo aflojarse, invadido por una tibieza insólita.
- Sí, te veo, pero... ¿Por qué decís que estás feliz y triste?- atiné a contestar.
- Porque mamá me dijo que el día que te viera al fin podrías al fin descansar en paz - sentenció.

Me reí nervioso, ¡Que imaginación la de esa chica!; ¿Descansar en paz? Si estoy vivo, ¿No me ves?
- Pa - respondió con una expresión de infinita lástima en su rostro - si estas vivo contestame, ¿De dónde venías caminando?
- Yo venía de... - y ahí no supe que contestar. No lo sabía. No podía recordar nada anterior a la caminata. Bajé la vista turbado, buscando mis pies para creer que no estaba volando.
Es hora de que encuentres la paz. Con mamá estamos bien, ya no te queda más por hacer de este lado - dijo y extendió su brazo con la palma abierta hacia adelante, señalando imprecisamente algo que yo pude ver con toda claridad:

Una puerta de luz incandescente.


José Guadalupe Posada.
Grabado por Antonio Vanegas Arroyo.
La muerte en bicicleta. 1900




9 comentarios:

  1. Muy bueno, Elliott. Triste, y muy sentido. Me gustó. Punto a favor para la redacción en primera persona, un acierto.
    Saludos.

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    1. Lo releo varias veces y me sorprende lo triste que se torna.

      Si bien la intención inicial era otra; al igual que un hijo, no sabemos que camino puede tomar incluso tras nuestra guía.

      Te agradezco el haberme leído y comentado, Juan, celebro que te haya gustado. Gracias.

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  2. a medio camino entre ficcion y realidad, disfruto enormemente tus relatos

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  3. Sinceramente excelente Facu! Triste e inesperado final! Tenes un don para esto!! A seguir disfrutando de tus relatos!! Abrazo!!

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    1. El viajar me prende las lucecitas, me pinta el Cris Morena y termino pariendo relatos como éste.

      ¡Seas bienvenido siempre, Santi!
      Relatos hay para tirar al techo.

      ¡Un abrazo enorme!

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  4. Increíble. Una narración profunda llevada con ingenio y a la vez mucha frescura en las palabras. Sin esos enredos de adjetivos que quitan importancia al hilo principal (lamentablemente en la escritura de hoy día ese estilo recargado abunda). Brilla, es magnánimo. Me encantó

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    1. Desde ya te agradezco el tiempo y la lectura.

      En mi caso particular, si bien me gustan mucho los detalles, trato de ser lo más conciso posible a la hora de narrar. Dar las bases mínimas para que la propia imaginación de quien lea enraíce en el texto y le llene los ojos de imágenes y asociaciones propias.

      Te dejo un abrazo fuerte y te doy la bienvenida al blog.

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  5. GENIAL!!!!!!!!!!! MIRA MI CHIQUITO QUE BIEN ESCRIBE!!!!!!!!!!

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