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domingo, 12 de abril de 2015

Desde el origen de los tiempos

Habiendo ya logrado descargar la película "La vida es bella", Jorge decidió borrar el historial del navegador a fin de mantener su computadora limpia de archivos de pequeños innecesarios que, como sarro, solían acumularse en los confines de su disco duro.

Al llegar al menú del historial, fue a la sección borrar datos de navegación y cuando estaba por borrar todo, le llamó la atención la solapa de opciones que daba a uno a elegir desde cuando eliminar.

"El origen de los tiempos" rezaba la última solapa, y Jorge no pudo más que reír ante lo pretencioso de esa leyenda.
Desde el origen de los tiempos - dijo, y no pudo evitar remontarse a sus épocas de catecismo cuando infante ni rascarse el ombligo mientras recordaba.
Pensando en qué podía borrar todo aquel archivo basura que se le haya pasado por alto, accedió a borrar los elementos almacenados.
Una barrita que se rellenaba de verde le mostró el proceso de borrado hasta que empezó a desaparecer cada archivo que tenía, incluso en su escritorio.
Desesperado, tocó todos los botones e hizo todas las combinaciones posibles para frenar la supresión. Al ver que no tenía éxito, gritó, y de un tirón desenchufó la computadora.
Suspiró aliviado ante el monitor negro.

Podía oír los latidos desbocados de su corazón retumbando en su cráneo. Jorge se arrellanó en la silla y respirando hondo trató de calmarse. Cerró los ojos, inhaló y exhaló suavemente, y se dijo que ya todo había terminado, que seguramente algún virus oculto en su navegador había provocado ese desastre, que no era culpa suya y otras frases hechas para autoconvencerse de que esas cosas pasaban de forma inevitable.

Abrió los ojos, se dirigió hacia la heladera y vio con horror como ésta se derretía ante sí; al igual que el mobiliario íntegro de la cocina, las paredes, y los colores.
Cayó de espaldas fuera del marco de la puerta, y arrastrándose retrocedió nuevamente hacia el living-comedor, donde la secuencia volvió a repetirse con las fotos, las sillas, la mesa, el equipo de música y el televisor, los aparadores y todo cuánto hubiera a su vista.
Desquiciado de terror, Jorge cerró los ojos y no paró de dar alaridos mientras veía desaparecer, como en infinitas fusiones, cada sensación física y cada paso que había dado en la vida: el día a día en la empresa, la soledad de su hogar, los domingos de asado y truco, los momentos con su ex pareja, libros leídos, canciones gritadas en la ducha, sus amigos, su familia, su infancia, su niñez, su misma concepción y aún más atrás.

Todo.

Desde el origen de los tiempos.

4 comentarios:

  1. Muy bueno, Elliott, me gustó mucho.
    Destaco tu imaginación a la hora de la redacción, que es muchísima. Genial.
    Nos seguimos leyendo.
    ¡Saludos!

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    1. ¿Me creerías, si te digo, que las palabras fluyen solas?

      Tal así.

      Chas gracias por estar.
      ¡Un abrazo!

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  2. Muy bueno!

    Sólo un pequeño detalle: "Calló de espaldas..." Cayó va con y.

    Fuera de eso, me hace pensar en esa idea que tengo de que las computadoras tienen voluntad propia. Excelente relato.

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    1. Es que se silenció de espaldas jajaja

      Lo tengo bien sabido, enmudecí ante la visión de esa escena y se me mezclaron los dedos.
      (Te lo agradecemos junto con mi obsesión)

      Matrix y Terminator no pueden estar tan equivocados.

      Muchas gracias por pasar y bienvenida, Denise.

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